
No completó un buen partido el Real Madrid en Munich, aunque tampoco le hizo falta para sacar un buen resultado de cara a la vuelta. Lo que ocurrió en el Allianz Arena resume a la perfección su devenir esta temporada: juegue bien, mal o regular, domine o sea dominado, el equipo saca adelante sus partidos de forma invariable.Después de 48 encuentros este curso sólo el Atlético ha sido capaz de derrotarle, algo que logró en dos ocasiones: una en Liga en septiembre (3-1), y la otra en enero en octavos de la Copa (4-2 en la prórroga), una semana después de que los de Ancelotti les eliminaran en semifinales de la Supercopa de Arabia. Esa con la que Rubiales dice que salvó al fútbol...
Esta buena estadística global hay que confrontarla con los cuatro empates consecutivos que enlazan los blancos en la Champions (el martes ante el Bayern, los dos frente al City y el agónico ante el Leipzig en el Bernabéu). Una racha poco habitual para un equipo que venía de sumar siete victorias en sus siete primeros partidos en esta edición. Es justo gracias a su trayectoria reciente en su competición fetiche, cuyos resortes domina como nadie y que le ha llevado a conquistar cinco de las diez últimas ediciones, por lo que la leyenda blanca impone un respeto que bordea la desesperanza entre sus rivales. Por mucha tormenta que desaten sobre el área de Lunin el Madrid flota y sigue flotando hasta que uno de sus torpederos les hunde en un visto y no visto. Lo había diagnosticado con tino Tuchel en la víspera de semifinales, pero detectar el problema y ponerle solución son dos cosas distintas.
Porque ganarle a este equipo se está convirtiendo en un rompecabezas casi irresoluble para sus rivales. En una época donde cada vez mandan más los entrenadores, el Madrid es de sus futbolistas más que nunca. Destila confianza en sus armas. Y con razón, porque son muchas. Ancelotti maneja con sabiduría una plantilla en la que todos rinden y se muestran competitivos, más allá de la cantidad de minutos que disputen. Futbolistas de una categoría indiscutible como Valverde, Camavinga, Bellingham, Tchouameni o Rodrygo van a por el rival cuando no tienen el balón con una intensidad encomiable, ya sea en bloque bajo o bloque medio. La mezcla de calidad técnica y una resistencia física privilegiada les permite aprovechar el más mínimo descuido del rival. Es por eso que este Madrid no siempre gana, pero casi nunca pierde.
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